Emblema de  I.N.L.U.D.E.S.

Emblema de la Diputación de Lugo

Patrimonio Natural

Vegetación

Espacios protegidos

LIC Parga ¿Ladra ¿ Támoga

El LIC ocupa una gran parte de la cuenca alta del río Miño entre las localidades de Xustás y Lugo. Este espacio natural se define como un característico complejo húmedo, dentro del cual se sitúa el Complejo Húmedo de la Tierra Chá, en el que debido a las condiciones morfológicas de la zona, se producen ciertos fenómenos de acumulación de agua, que terminan formando una amplia red fluvial con varias lagunas de mucho valor ecológico.

El LIC abarca una superficie de unas 5.000 hectáreas que se reparten por un total de 12 municipios de la provincia, conformando una vasta red hídrica que se adscribe a la cuenca del Miño, de la que son tributarios la mayor parte de los cursos fluviales que recorren el territorio que se sitúa al sur de los montes del Xistral. El espacio natural comprende buena parte de los afluentes principales del Miño por la orilla derecha: él Ladra, al que se le incorporan el Parga, el Labrada, el Trimaz y el Magdalena, así como el Támoga, el Narla y otros pequeños arroyos.

La mayor parte del LIC se extiende por la depresión central de la comarca de A Terra Chá, y está limitado al norte por las elevaciones de la Sierra de Xistral de las que manan las fuentes de los ríos que bañan esta cuenca, mientras que en el resto del territorio los cursos fluviales y sus orillas arboladas facilitan la existencia de unos corredores naturales de absoluta belleza.

La riqueza vegetal también se manifiesta de forma espléndida a lo largo del recorrido de los ríos que dan nombre al espacio natural así como de sus afluentes. Casi un cuarto del área del LIC está ocupado por masas forestales autóctonas, que recubren buena parte de las llanuras de inundación rodean los lechos fluviales. La mayor parte de las orillas de los ríos están flanqueadas por bosques de ribera y frondosas galerías arbóreas, que bordean estos cursos fluviales, compuestas principalmente por sauces y abedules que tienen preferencia por la instalación sobre suelos de mayor hidromorfía. Estas formaciones arbóreas de ribera dan paso en numerosos puntos a pequeños robledales e incluso a algún soto de reducido tamaño.

Pese a que la cobertura de vegetación acuática e higrófila no alcanza el 15% de la superficie del LIC, su variedad y la existencia de comunidades y especies raras o poco comunes constituye uno de sus valores fundamentales.

En los cursos fluviales pueden encontrarse interesantísimas comunidades de herbáceos anfibios propios de riberas e inundaciones temporales tales como juncal y formaciones helofíticas, así como varias asociaciones de algas. En los lechos de ríos de aguas lentas también se encuentran formaciones vegetales de elevado interés caracterizadas por la presencia de algunas especies amenazadas.

En lo referente a la fauna del LIC, decir que este espacio natural se caracteriza por la presencia en todo su entorno de una abundante variedad de especies avícolas que utilizan estas aguas para la captura de su alimento, como lugar de cría y para realizar las paradas migratorias de cara a otros destinos.

Vegetación

Debido a la disposición topográfica de la zona, esta área presenta una gran intensidad agrícola que hizo que aprovechara profundamente todo el espacio disponible para la ganadería y las plantaciones agrícolas y forestales. Por ello buena parte de la superficie presenta una flora compuesta por prados y pastizales que sirven de alimento a la excelsa cabaña ganadera que acogen las comarcas de este entorno, principalmente la Terra Chá. Debido a la intensa actividad humana a lo largo del tiempo, muchas de las formaciones arbóreas que existían fueron sustituyéndose poco a poco por complejos agrarios que conforman un paisaje homogéneo en algunas áreas.

A pesar de la intensa actividad humana, existen numerosos lugares donde se pueden observar y disfrutar de importantes espacios de vegetación y flora autóctona y singular. Algunos de estos espacios se encuentran protegidos bajo alguna figura de protección (como el LIC Parga- Ladra- Támoga)

Las áreas de bosque presentes están conservadas en las riberas de los ríos. A pesar de esta intensa actividad humana, existen numerosos lugares donde se pueden observar y disfrutar de verdaderas joyas vegetales a lo largo de los ayuntamientos presentes en este amplio espacio territorial.

Humedales y riberas

Observando la gran abundancia de cursos fluviales que atraviesan todo el territorio de Miño Norte, se llega a la conclusión de que una de las mayores formaciones arbóreas presentes en este espacio son los bosques de galería o de ribera, los cuales acompañan el lento y plácido transcurrir del agua a través de los valles de llanuras. Estos masa forestales autóctonas, que recubren buena parte de las llanuras de inundación que rodean los lechos fluviales, son de suma importancia y dotan a los ríos de un paisaje de extraordinaria belleza engalanado las orillas de arroyos con una especie de corredor que filtra los rayos de sol durante el verano y se desprende de las hojas sobre el agua cuando el otoño deja paso al invierno. Estas arboledas aportan una enorme protección a estos sistemas fluviales, regulando sus temperaturas y controlando las posibles crecidas. A lo largo del LIC Parga - Ladra - Támoga podemos encontrar magníficos ejemplos de este tipo de formación ya que casi un 25 % del área del LIC está ocupada por masas forestales autóctonas, las cuales recobren buena parte de las llanuras de inundación que acompañan los cursos fluviales. Las principales especies que aparecen en este tipo de bosque son los sauces y los abedules, cuya adaptación a este tipo de ambientes con exceso de agua es muy buena. Además de estas especies, este LIC presenta una serie de plantas que están consideradas en peligro de extinción o de conservación prioritaria, tanto por su rareza como por su reducida distribución, como por ejemplo el denominado "cardiño de laguna" y alguna especie de narciso acuático.

En los cursos fluviales de pueden encontrarse interesantísimas comunidades de herbáceos anfibios propios de riberas e inundaciones temporales tales como juncal y formaciones helofíticas, así como varias asociaciones de algas. En los lechos de ríos de aguas lentas también se encuentran formaciones vegetales de elevado interés caracterizadas por la presencia de algunas especies amenazadas.

Otro buen ejemplo de este tipo de formaciones arbóreas la encontramos en los islotes existentes en el interior del curso del Miño. En estas pequeñas islas pueden observarse algunos magníficos ejemplos de robledales conservados en su estado más silvestre, con ejemplares de bastante porte y un sotobosque muy variado. Las más destacables son las que se sitúan en el Islote de Seivane y en el de Trabanca, por ser estas las de mayor tamaño.

Estas formaciones arbóreas de ribera dan paso en numerosos puntos a pequeños robledales e incluso a algún soto de reducido tamaño.

Flora autóctona singular

Dentro de los espacios que se encuentran bajo alguna figura de protección (LIC, ZEPVN, ZEPAS, etc.) es donde podemos apreciar las mejores representaciones de flora autóctona o singular. La mayor parte de los espacios boscosos de esta zona están compuestos por bosques de ribera y plantaciones forestales, siendo la principal especie el pino. También se debe reseñar la existencia de algunas áreas en las que se pueden encontrar bosques vírgenes autóctonos de reducida extensión, sobre todo robledales (carballeiras).

Fauna

En el complejo húmedo de la Terra Chá, se pueden encontrar algunas de las más notables representaciones de la fauna de la provincia de Lugo.

Aves

Este es uno de los valores más prominentes y mejor conocidos del C.H. Terra Chá presentando una elevada riqueza e interesantes poblaciones de aves acuáticas, rapaces y cantoras, incluyendo algunos elementos raros y amenazados. Cabe destacar la abundancia de especies nidificantes de pequeño tamaño tales como merlos, abejeros, pájaros carpinteros e incluso perdices, pero la existencia de estas está condicionada a su repoblación con fines cinegéticos.

El C.H. Terra Chá sirve de refugio y zona de reposo a innumerables especies ornitológicas que realizan sus rutas migratorias entre el norte de Europa y África, por el que cualquier espectador aficionado a la ornitología encuentran aquí un magnífico paraíso en el que pueden observar más de 200 variedades de aves.

En las zonas de humedales se pueden encontrar algunas aves de especial interés por su rareza o por su situación ecológica, tales como la espátula común, la escasa barnacla carinegra, la garza pequeña (que se encuentra en peligro de extinción), somormujos y uno sin fin de anátidas, como el ánade cuchara, el ánade silbón o la cerceta, que campan por esta zonas húmedas, de gran valor.

Así, el área alberga algunas parejas de aves limícolas con poblaciones muy reducidas en Galicia, tales como son el avefría (Vanellus vanellus), siendo uno de los pocos lugares de Galicia donde se cría esta especie, el alcaraván (Burhinus oedicnemus) o el mazarico real (Numenius arquata). También hay especies propias de espacios abiertos, como la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), el sisón (Tetrax tetrax) o la aguilucho cenizo (Circus pygargus), los cuales mantienen en esta área y en zonas próximas algunos efectivos nidificantes, que son de máxima importancia en el marco autonómico.

Otras muchas aves de interés también están representadas en esta amplia zona, siendo una gran parte de ellas especies relacionadas con el medio acuático, como alavancos, pitas de agua, el martín pescador, el mirlo acuático, el pato cullerete, la focha común y un largo etcétera.

Entre las aves rapaces estables durante todo el año podemos destacar una muy variada presencia de especies como por ejemplo el búho real, águilas culebreras, el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), aguilucho pálido o gavilán rastrero (Circus cyaneus), el elanio común (Elanus caeruleus) o cernícalo primilla (Falco naumanni), el azor (Accipiter gentilis) o el gavilán (Accipiter nisus).

Anfibios

Otro importante grupo presente en esta zona son los anfibios, que se encuentran en fuerte regresión debido a la perdida de hábitats y a la contaminación de las zonas húmedas en las que viven. Las lagunas existentes en el Complejo Húmedo de la Terra Chá, que en la actualidad se están recuperando tras un periodo de fuerte regresión en su superficie, son los mejores lugares para observar anfibios. Dicha regresión ha sido debida a la desecación para dedicar los terrenos a cultivo o ganado, pero su recuperación está impulsada por el interés que presentan estas áreas debido a sus recursos naturales y a su explotación con fines turísticos. La laguna y los prados acogen una buena representación de anfibios como limpafontes, ranas y salamántigas.

Mamíferos

Debido a la intensa labor agraria que se desarrolla en gran parte de la superficie de los diez municipios que forman parte de esta área, la fauna presente puede calificarse de generalista, ya que está, en la mayoría de los casos, acostumbrada a la convivencia con el ser humano y con la labranza de tierras que realiza en su entorno.

Existe una amplia presencia por todo este territorio de una gran variedad de mamíferos que, en su mayor parte, están asociados al abundante elemento acuático. Debido a esto podemos encontrar una interesante población de nutrias. Debido a la riqueza hidrológica que existe en este ámbito, con una enorme cantidad de ríos y arroyos de distinta importancia, y a la formidable limpieza de la mayoría de los cursos fluviales presentes, este simpático mamífero encontró en este enclave un magnífico entorno en el que desarrollarse, llegando a recuperar la situación de abundancia que se podía apreciar hace treinta o cuarenta años. Es posible apreciar algún ejemplar al recorrer los caminos situados en la orilla de algunos de los ríos, principalmente en el Miño.

Otros mamíferos más pequeños que también se pueden apreciar son el cerdo pardo, la garduña, los ratones de almizcle, los armiños, las comadrejas, los turones, el erizo cacho, la ardilla, la liebre y el conejo. Las dos últimas especies, cuentan con un amplio interés cinegético por las abundantes sociedades de caza que se formaron en los distintos ayuntamientos.

Peces

La fauna ictiológica posee un considerable interés por mantener poblaciones de varias especies autóctonas y más o menos amenazadas: la bermejuela (Rutilus arcasii), él escalo (Chondrostoma duriense) (ambos protegidos por la Directiva Hábitats), él cacho (Leuciscus carolitertii), la anguila (Anguilla anguilla) y él espinoso (Gasterosteus gymnurus), de arenal restringido en Galicia.

Es muy común la presencia de truchas (Salmo truta) en la mayor parte de los cursos fluviales existentes, por lo que resulta muy interesante esta zona como reclamo para los pescadores ya que las condiciones para la práctica de la pesca deportiva son inmejorables, tanto por las zonas acotadas como por los ejemplares que se pueden capturar.

Paisaje

Esta zona presenta una amplia superficie de pastizales y cursos fluviales: Debido a las especiales condiciones topográficas de esta zona, la cual muestra una notable planicie, se produjo una proliferación de los usos y costumbres agro ganaderos por todo este entorno modificando a lo largo de los siglos el paisaje original y transformándola en otra en la que se aprecia la influencia humana. Por esto, no se debe considerar este hecho como la destrucción de un paisaje, si no que sirvió para la aparición de otro nuevo en la que los elementos son diferentes.

Este paisaje, es más característico del agro gallego, apreciándose una intensa fragmentación de la propiedad, que junto con el afán del agricultor de delimitar su terreno, repercute en la aparición de una formación vegetal típica del medio rural gallego: los setos, que forman el resto del primitivo bosque que fue clareado por el hombre para el sembrado de hierba. Árboles, arbustos y matorrales contribuyen a formar una espesa barrera que, además de delimitar los terrenos, constituye una auténtica muralla cortavientos, que protege al cultivo de las escarchas y al ganado del frío. Los setos, los muros de piedra menuda o de laxas, los socalcos o el sistema tradicional de caminos tienen un enorme valor no sólo paisajístico sino también patrimonial y etnográfico. Estos prados son zonas en las que predomina la vegetación herbácea siempre verde y en los que el ganado pasta apacible a lo largo del año, actuando como un elemento más del paisaje gallego, ya que está muy asociado a la imagen que se tiene del interior de nuestra comunidad.

El paisaje del LIC Parga- Ladra- Támoga combina excepcionalmente la existencia de grandes masas arbóreas junto a tierras dedicadas a la labranza, prados naturales y pastizales, en los que la producción ganadera adquiere una notable importancia, constituyendo la presencia del ganado otro elemento más de la perspectiva existente que se puede apreciar a través de los recorridos que se pueden realizar a lo largo de esta área.

Se refleja en el rural lucense, la imagen totémica y asimilada de la cultura ganadera con la vaca como elemento central de este entorno, en la que se hace muy común la presencia continua de las vacas paciendo hierba en los innumerables pastizales que se aprecian en los ayuntamientos de este entorno. Esta imagen es asimilada por el visitante como una de las típicas estampas que uno se puede encontrar en las visitas que si realizan a la Galicia, y no es menos cierto que la visión de estos animales en los campos posee cierta fascinación de cara a la gente que solo los puede apreciar a través de la pantalla de un televisor.

A través de estas extensas llanuras discurren una gran cantidad de ríos y regatos que de manera tranquila y sosegada cursan este territorio como eternas serpientes de agua, como si el paso del tiempo no existiera para ellos, ya que semejan que permanecen inalterables. La mayor parte de las orillas de los ríos están flanqueadas por bosques de ribera y frondosas galerías arbóreas, que bordean estos cursos fluviales. Estos bosques están compuestos de alisos, sauce y abedules que forman auténticas galerías, a través de las cuales los rayos de sol se difuminan y llegan hasta las aguas, modificando los colores que se observan, aportando una amplia riqueza de matices a todo este conjunto natural. En el corazón de estas riberas, los caminos discurren plácidamente y permiten ojear en todo su esplendor parte de la verdadera naturaleza de los ríos gallegos.

Estas galerías tornan de color a medida que cambian las estaciones modificando continuamente el paisaje que se puede observar, por lo que la visita a estos lugares se hace distinta cada vez uno se acerca para contemplar uno de los medios acuáticos más destacados de la comunidad gallega. Además de su valor ambiental también tienen un importante valor paisajístico como importantes elementos de rotura de los paisajes homogéneos que se encuentran en las zonas llanas que se llevan cultivando desde hace muchos años.

Asimismo, la orografía de extensa llanura de la Tierra Chá fomenta la aparición de numerosas lagunas y zonas de agua remansada, en las que es muy común observar gran cantidad de aves y otros grupos de fauna, engalanando la vista y enriqueciendo unas fuentes de paisaje que ya de por sí misma son muy interesantes.

Por último, en esta llanura central, una de las pocas áreas de interés geomorfológico que se observan en este entorno se encuentra en el ayuntamiento de Outeiro de Rei, concretamente está situada en el Área Recreativa de Pena da Rodas. El nombre de esta área recreativa, situada en la parroquia de Gaioso, a una distancia aproximada de 18 Km. de la ciudad de Lugo, se deriva de la existencia de dos enormes piedras de granito, de forma casi esférica, que se encuentran asentadas sobre bases muy pequeñas. Esto produce la impresión de estar a punto de caer rodando, por el que los visitantes, experimentan una fuerte impresión al acercarse a ellas.

Desde su elevada situación (619 m.), se contempla una amplia y bella vista panorámica de la penillanura y del entorno natural que las rodea, propicio para el descanso y el ocio.

Estas rocas, fueron formándose con el transcurso de los años, a consecuencia de un fenómeno de erosión diferencial, debido a la acción causada por el agua sobre la piedra. Estas moles son tan peculiares que en torno a ellas la fantasía popular creó numerosas leyendas. La más extendida es aquella que afirma que en el interior de una de las piedras hay oro, que sería para el primero que había logrado romperla. Pero la otra roca está llena de alquitrán, y si rompe brotará este en tal cantidad que inundará el mundo. Al no poder identificar cual es la roca del tesoro, se salvaron las dos.

Otra de las creencias populares que giran en torno a estas rocas está basada en la idea de que las rocas actúan como "santuario astronómico". Algunas investigaciones astronómicas sobre la orientación de las "Penas de Rodas" apuntan a que estas se encuentran orientadas hacia la puesta de Sol en el solsticio de verano y la salida solar en el solsticio de invierno, ya que la apertura situada entre ambas rocas coincide con la salida y puesta del sol en esos fenómenos. De esta manera las "Penas" podrían haber sido utilizadas como estación astronómica para la predicción de fechas de él ciclo agrícola y para establecer un calendario.

El conjunto "Penas de Rodas" cuenta además de los dos enormes cantos, con otras rocas complementarias con formas muy evocadoras. Situada hacia el oeste de las principales, aparece una con forma triangular, que asemeja a una mira, y que señala la dirección exacta de la puesta del sol en el solsticio de lo verano. Más al este aparecen los restos de una posible grada semicircular que podría ser el lugar donde la puesta de sol del solsticio podía ser observada por los asistentes en ese momento tan señalado.

Recursos Hidrológicos

La gran riqueza hidrológica que caracteriza esta amplia zona lugués se ve refrendada por un incesante discurrir de numerosos cursos fluviales por todos los rincones imaginables, ya que son muy abundantes los pequeños riegos, arroyos y ríos que se originan en las múltiples fuentes y manantiales presentes a lo largo de este espacio. Ésta es una de las múltiples razones por las que se conoce a Galicia como el país del agua, estableciéndose un paisaje y una cultura del agua que no se pueden encontrar en otros lugares de la Península Ibérica.

El río Miño nace en Pedregal de Irimia, Serra de Meira (Lugo). Es el río más largo de Galicia, extendiéndose a lo largo de 315 km, de los que 168 km discurren por el sistema Miño Alto. Durante su recorrido, atraviesa las localidades de Castro de Rei, Outeiro de Rei, Lugo, Guntín, Paradela, Saviñao (O), Chantada y Carballedo entre otras.

Los afluentes principales a lo largo de su recorrido por la derecha son, el río Támoga con 34 km de longitud y 229 km2 de superficie vertiente, el Ladra que recorre 45 km con una importante superficie de 2.211 km2, y el Ferreira con 44 km y 268 km2 de cuenca. Por la izquierda, destaca el río Neira (57 km) del que son tributarios el Sarria y el río Tordea.

Río Miño

El Río Miño, el más notable y destacado de cuantos ríos gallegos existen, actúa como elemento vertebrador a través de toda esta Reserva de la Biosfera, constituyendo el verdadero núcleo y corazón de las áreas naturales existentes en esta zona.

El Río Miño consigue esta distinción por tratarse del río de mayor recorrido que nos podemos encontrar en la comunidad gallega, atravesando tres de las cuatro provincias a lo largo de 307,5 km. de longitud. La extensa cuenca que compone drena una superficie de más de 12.000 km2, recogiendo en su curso un incesante y cuantioso número de ríos y arroyos que vierten a sus aguas en él para engrosar su caudal.

Una gran parte de todos los cursos fluviales que se originan en la provincia de Lugo dan con sus aguas formando parte del Miño, ya que este, forma una muy amplia cuenca en la que se recogen la práctica totalidad de las aguas que nacen de los manantiales de la provincia, exceptuando aquellos que van hacia el Cantábrico, caso del Eo, Sor Landro y Masma por ejemplo, o cara al Atlántico como en el caso del Eume.

El Miño una vez realizado su lento tránsito de norte a sur a través de la meseta lucense, describe una curva de amplio radio para acercarse a la capital lucense, recorriendo para esto los territorios de los ayuntamientos de Rábade y Outeiro de Rei. En estos municipios recibe el aporte hídrico del río Ladra, el cual drena toda la zona occidental de la Tierra Chá y constituye el afluente más importante del denominado alto Miño.

Además de su importancia desde el punto de vista ecológico, los abundantes cursos fluviales que drenan el C.H. Terra Chá hacen que este territorio tenga un papel decisivo en el abastecimiento de agua de toda la provincia el que hace que, conjuntamente con su declaración como Reserva de la Biosfera, se realice un desarrollo económico y humano sostenible al tiempo que se contribuye a la conservación de los recursos naturales y de los hábitats presentes.

El Miño deja una fuerte huella a lo largo de este territorio ya que actúa como núcleo principal de la zona, al lado del cual se comenzaron a formar los asentamientos poblacionales y se produjo el crecimiento y desarrollo de muchos de los ayuntamientos que son atravesados por este magnífico río. Esta "espina vertebral" dota a toda la zona de un complejo paisajístico que se desenvuelve de norte a sur produciendo una serie de parajes de increíble belleza.

De esta manera, el Miño se muestra de maneras bien distintas ante nuestros ojos. Unas veces transcurre calmo, serpenteando de manera tranquila por las zonas llanas de Rábade y Outeiro de Rei, engalanando a sus orillas de notables bosques de ribera que cubren su curso de una verde cobertura y propiciando la aparición en su interior de islotes arbolados que lo dividen en sinuosos brazos que se sitúan en el pie de pequeños cerros que permiten divisar en todo su esplendor el majestuoso río.

Comúnmente este río se divide en tres tramos, ya que muestra diferentes comportamientos en su manera de atravesar los distintos lugares por los que pasa, condicionado mayoritariamente por la topografía de cada una de estas zonas. Un tramo a destacar es el denominado Miño alto que va desde su nacimiento en la Sierra de Meira hasta el sur de la ciudad de Lugo, recorriendo alrededor de unos 40 km por la Tierra Chá lucense lentamente, debido a la poca pendiente que presenta esta comarca. Nace en el denominado O Pedregal de Irimia, en el municipio de Meira, a unos 700 metros de altitud, en un paraje formado por pequeños bloques de piedra resultantes de un proceso glacial de fractura de las rocas.

A lo largo de su tránsito sus orillas van engalanándose de una hermosa y abundante vegetación, que conforma unas galerías arbóreas de notable importancia, ya que forman por sí misma unos ecosistemas en los que los valores ecológicos se manifiestan en forma de refugio para aves, mamíferos y anfibios de todo tipo. En su recorrido una serie afluentes va engrosando su tamaño hasta conseguir un caudal de unos 340 metros cúbicos por segundo. Entre estos afluentes de la parte alta destacan el Río Ladra, el Támoga, el Narla, el Arnela o el Anllo, por nombrar unos cuantos de la innumerable lista de cursos fluviales que se une a él.

Otras veces el Miño muestra su cara más agreste, desbocando su fuerza a través de los desniveles que encuentra a su paso y batiendo contra las rocas que lo contienen. Así conforma los saltos que se pueden observar en algunos de los entresijos de esta geografía. Estas imágenes conforman una estampa de gran belleza al tiempo que la impresión sonora del su batir hace más fuerte este impacto.

O Pedregal de Irimia, nacimiento del Miño, es un enclave hidrográfico natural situado en la ladera oeste de la Sierra de Meira, a 3 kilómetros de la villa. Se trata de una formación con estructura de embudo, en la que las rocas se acumulan a modo de río por la ladera. Su extensión es de aproximadamente 700 metros y en su final se aprecia un pequeño arroyo de agua, de lo que únicamente se oye lo murmuro del agua, ya que no se ve correr debido al taponamiento de las piedras.

Este agua nace de numerosas fuentes repartidas a lo largo de toda la sierra formando ya el comienzo del Miño que abastece de agua a Meira y a parte de Galicia.

Ríos Támoga, Ladra y Parga

Otro de los cursos que presentan una cierta importancia dentro del ámbito de el C.H Terra Chá es el Río Támoga, el cual también nace en el corazón de la Sierra del Xistral y recorre los municipios llanos de Abadín y Cospeito, donde con su afluente el Guisande, llena la Laguna de Cospeito, formando una de las zonas húmedas más importantes de Galicia.

El Támoga recorre un total de 25 kilómetros antes de incorporarse a las aguas del Miño, formando el Islote de San Roque, en el punto donde limitan los ayuntamientos de Begonte, Outeiro de Rei y Cospeito. A lo largo del su trayecto acoge una de las más importantes áreas naturales de Galicia, conjuntamente con los ríos Parga y Ladra, denominado LIC Parga-Ladra-Támoga, el cual incluye los tramos fluviales de mayor orden jerárquica presentes en la zona media y baja de la cuenca alta del Río Miño.

El río Ladra es un afluente del río Miño que nace en la Serra da Carba, a 600 m de altitud en la parroquia de Roupar, que se alimenta de la cuenca conformada por la comarca de Terra Chá de 889 km2. En su cauce alto se le nombra como ¿Trimaz¿ corriendo por las fallas, curiosamente paralelo al río Chamoselo, tributario del Eume. Por su margen izquierda recibe al Madalena, el río de Villalba. Por la derecha recibe al Labrada que nace en la ¿Serra da Loba¿ y ya en los terrenos cuaternarios de Begonte al Parga que viene de drenar la ¿Cova da Serpe¿.

Con una longitud de 50 kilómetros y una pequeña pendiente, 0,45% presenta una sinuosidad de 1,27. Su caudal es de 21,2 m3/s. Presenta aguas altas en diciembre hasta abril, con un máximo en febrero. Su mayor y más acusado estiaje estival es en agosto.

Como el río Ladra desciende a alturas bajas penetra desde el estrato montano al colino. En las áreas más altas de este estrato, y en transición al primero, la vegetación potencial es de bosque Galaico-Asturiano de robles.

El río Parga es un afluente del Ladra que recoge aguas de la vertiente nororiental de la sierra Cova da Serpe y el cordal de Montouto, así como del cordal de Ousá. En el desembocan los ríos Boedo, Roca, Requeixo, Porta da Veiga, Portocando, Ponte Saltillo, Portoscarros, Ladroil, Blanqueño, Vilaflores, Lavandeira, Portaxesta, Portafontao, Sambreixo, Medo y Ameneiro.

Su nacimiento se produce en el municipio de Friol (Lugo) y en sus 32 km de longitud atraviesa los municipios de Guitiriz y de Begonte, incluida la parroquia de Parga, que le da nombre. Su caudal mínimo en estiaje es de 35 l/s.

Desemboca en los terrenos cuaternarios de Begonte, cerca de la aldea de Insua, donde entrega sus aguas al río Ladra.

Lagunas

Además de la riqueza en cursos fluviales, esta enorme área geográfica recoge una multitud de zonas húmedas de interés que están recogidas dentro del Inventario de Humidais de Galicia, entre los cuales destacan las numerosas lagunas existentes en este ámbito que se formaron gracias a las especiales condiciones del substrato geológico y la topografía de la Terra Chá, que favorece el discurrir lento de los ríos y la inundación de sus orillas y de otras zonas mal drenadas. La mejor representación de estos hábitats acuáticos la podemos encontrar en los siguientes ejemplos:

Laguna de Cospeito: La laguna de Cospeito es uno de los humedales más significativos de Terra Chá, comarca en la que la disposición del terreno permite la formación de numerosas masas de agua embalsada. Pertenece a la Red Natura 2000, formando parte del LIC "Parga-Ladra-Támoga", uno de los ecosistemas hídricos de mayor singularidad de la Región Atlántica de la Península Ibérica. Se encuentra a unos 25 km de Lugo, y posiblemente sea el humedal mejor adaptado para los visitantes, ya que cuenta con numerosos puntos de observación y una serie de pasarelas de madera para poder visitar cómodamente el lugar. Representa uno refugio ideal para numerosas variedades de aves migratorias que visitan este espacio como zona de invernada y para algunas como lugar de paso y cría. Está alimentada por el río Guisande, de la cuenca fluvial del Támoga, a su vez afluente del Miño.

La laguna central se formó debido a los suelos arcillosos poco permeables y a la horizontalidad del terreno, que hace que los pequeños ríos se ramifiquen y originen zonas encharcadas. Inicialmente este área natural estaba formada por 2 lagunas, y ocupaban una extensión de 57,50 ha. la grande y de 16,25 ha. La pequeña, hasta que en la década de los sesenta llevaron a cabo su desecación para dedicar las tierras a la producción agrícola, desapareciendo grandes extensiones de vegetación y disminuyendo la variedad de especies de flora y fauna.

Laguna de la Carballosa: Situado en Cospeito, existe una ruta de acceso a ella que presenta dos dificultades, la primera se basa en su localización ya que el camino debe hacerse siguiendo a rajatabla las indicaciones y teniendo en cuenta las distancias marcadas, y la segunda es la época en la que se puede acceder a ella, ya que sólo en primavera y en otoño existen garantías de contemplarla en toda su magnitud, pues su tamaño y la presencia de agua depende en gran medida de las precipitaciones. Lo mejor es el aislamiento del lugar y la quietud que proporcionan el agua y un paisaje caracterizado por la amplitud del horizonte, en pleno corazón de Terra Chá, le proporcionan al visitante paz y sensación de libertad. Todas las inmediaciones de la laguna están encharcadas, por lo que es obligado él uso de calzado impermeable.

Laguna de Caque: Situada en Castro de Rei sirve de refugio en invierno a cientos de aves.

Áreas Recreativas

Área Fluvial De Santa Isabel: En la confluencia del Miño y del Ladra existe una zona de esparcimiento denominada Área Fluvial De Santa Sabela, situada en la parroquia de As Veigas, en Outeiro de Rei. Este aprovechamiento fluvial constituye un lugar idóneo para el descanso y el disfrute del río y de la naturaleza de este entorno privilegiado, que permite relajarse al lado del agua.

Este hermoso espacio natural, cuenta con un sendero a lo largo del río, que se caracteriza por atravesar un frondoso y tupido robledal, que es la que le de la nombre al área y que amortigua las temperaturas del verano mediante una fresca sombra. Muy próximo a este sendero puede encontrarse un molino de agua y una capilla recientemente restaurada. Este tipo de construcciones son representativas de la arquitectura popular del lugar ya que muchos ríos tienen vinculados a su tránsito estas edificaciones como se puede observar a lo largo de los riegos y arroyos de la provincia.

Durante el verano, esta zona se llena de numerosos bañistas que acuden a la Playa fluvial, para el aprovechamiento de una agradable jornada al aire libre, pudiendo realizar comidas campestres inmersos en plena naturaleza, ya que existe para tal fin, el mobiliario adecuado.

Recientemente se acondicionó una conexión peatonal entre esta área y el casco histórico de Outeiro de Rei, que recorre durante unos 500 m. un camino muy agradable.

Bosque de ribera

La vegetación de ribera es intensamente transformada por la actividad humana, en gran medida por el desconocimiento de su valía para el territorio. Los bosques riparios han sido eliminados, fragmentados o, al menos, reducidos a una estrecha franja junto al cauce de los ríos, siguiendo amenazados por la sustitución de cultivos agrícolas y forestales, la construcción de infraestructuras hidráulicas, la contaminación por especies invasoras y el encauzamiento de tramos de los ríos.

En este sentido, resulta fundamental identificar los tramos de río con elevado valor ecológico y adoptar las medidas necesarias para su mantenimiento y recuperación de sus riberas.

Los bosques de ribera desempeñan múltiples funciones, entre las que cabe destacar que:

Regulan el microclima del río.

Aseguran la estabilidad de las orillas.

Actúan como filtro frente a la entrada de sedimentos y sustancias contaminantes en el cauce, reteniendo también agua en el terreno y canalizandola hacia el subsuelo.

Son fuente de alimento y hábitat para especies animales y vegetales, regulando el crecimiento de macrófitas.

Poseen un gran valor paisajístico, recreativo y cultural.

El bosque de ribera de un río se diferencia por la superficie que ocupa (estructura horizontal) y por las especies que lo componen y sus dimensiones (estructura vertical).

En cuanto a su estructura vertical, en los bosques de ribera se pueden diferenciar los siguientes estratos:

1. Estrato arbóreo, formado generalmente por árboles planocaducifolios como alisos y típicamente cerrado proporcionando sombra a los estratos inferiores.

2. Estrato arborescente, formado por individuos jóvenes de los árboles de los estratos superiores y otras plantas leñosas de talla elevada.

3. Estrato arbustivo, predominante en los claros y bordes exteriores del bosque, configurando una característica orla.

4. Estrato herbáceo, generalmente bien desarrollado en el interior del bosque y formado por plantas nemorales, con abundancia de geófitos de fenología precoz y especies nitrófilas.

5. Estrato lianoide, muy característico de los bosques riparios por su notable desarrollo, sobre todo en las áreas más térmicas.

6. Estrato epifítico, constituido por musgos, hepáticas y líquenes, casi siempre abundante y diverso. En las zonas más térmicas aparecen, además, ciertos helechos y alguna fanerógama suculenta sobre los troncos de los árboles, hecho excepcional que aproxima fisonómicamente estos bosques a los de las áreas tropicales.

En cuanto a la estructura horizontal, se caracteriza por una disposición concéntrica de diferentes tipos de vegetación respecto al cauce.

La banda más próxima, habitualmente en contacto con el agua fluyente, está integrada por especies con mayores requerimientos hídricos y capaces de soportar los efectos de avenidas, como arbustos flexibles.

La segunda banda suele ser arbórea, necesitando una única capa freática a una profundidad accesible.

La segunda banda suele ser arbórea, necesitando una única capa freática a una profundidad accesible.

Estas dos bandas no se muestran en zonas angostas y con fuertes pendientes de tramos altos de los ríos.

La vegetación de ribera varía en función de las características físicas de los cursos fluviales, de su caudal, intensidad y frecuencia de avenidas, potencia erosiva, capacidad de transporte, granulometría del sedimento... Así, en los tramos altos hay herbáceas y arbustos flexibles resistentes a la torrencialidad y avenidas de estas zonas, en los tramos medios se configuran bosques que amplían el paisaje fluvial. Las orillas de los tramos altos sólo son habitables, a menudo, por herbáceas y arbustos flexibles, resistentes a las avenidas y a la fuerte torrencialidad, y que precisan suelos menos profundos.

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